Tai Chi: El aliento vital y las 12 virtudes de oro

La respiración es el corazón del Tai Chi y el Chi Kung. Al dominar el arte de la respiración, podemos transformar nuestra salud física y mental, y conectar con una energía universal que nos enlaza con todo lo que existe. Al igual que el viento da vida a un árbol, la respiración insufla energía vital a cada postura y flujo del Tai Chi.

Hablar de estas artes milenarias implica hablar de respiración y movimientos fusionados en una danza natural, sin esfuerzo ni exigencias, donde la respiración actúa como la fuerza impulsora detrás de cada movimiento, proporcionando la energía que sostiene cada forma, incluso en la inmovilidad de las posturas.

Es crucial que la respiración no sea tensa ni incómoda; si se obliga a realizar una respiración profunda, si se exige que sea lenta o relajada, entonces no se está logrando la verdadera relajación.

Ser el movimiento

Cuando cuerpo y mente se sincronizan, experimentamos una sensación de unidad y armonía interior. Esta unión nos permite acceder a niveles más profundos de conciencia y bienestar. Chi es la fuerza vital que anima todo ser vivo, es un concepto central en la filosofía y medicina china. Se considera una energía sutil que fluye a través de nuestro cuerpo y que es responsable de nuestra salud y vitalidad. El Chi se puede comparar con una corriente eléctrica que alimenta todas las funciones de nuestro organismo. En el Tai Chi, la práctica se enfoca en cultivar y equilibrar el flujo de Chi, desbloqueando cualquier estancamiento energético que pueda causar enfermedades o desequilibrios.

Más allá de la técnica, la actitud interna es fundamental. La práctica debe realizarse con atención plena, sin distracciones. Al cultivar una mente tranquila y centrada, podemos profundizar nuestra conexión con el movimiento y la respiración.

La verdadera maestría consiste en ser uno con el movimiento, en sentir que somos el Tai Chi mismo. Esta sensación de fusión nos conecta con una energía universal y nos permite experimentar una profunda sensación de paz y bienestar. A través de la práctica regular, podemos despertar nuestra conciencia y conectar con un nivel más profundo de nosotros mismos. La respiración consciente nos ayuda a estar presentes en el momento presente y a apreciar la belleza de la vida.

Las 12 virtudes de oro del Tai Chi

Estas virtudes sintetizan los principios a incorporar, dominar y manifestar en el transcurso del aprendizaje para la maestría en el arte del Tai Chi.

  1. Rodillas y puntas de los pies alineadas, vista y manos hacia una misma dirección. Las rodillas y los pies no se superan.
  2. Mirada en las muñecas. Mirada al horizonte. Ojos entreabiertos. Párpados cerrados. Pies, rodillas, manos y mirada hacia donde se avanza.
  3. Redondez, arcos y curvas. Aflojar los músculos abdominales, hundir el pecho, recoger el mentón a distancia de un puño de las clavículas y estirar la espalda.
  4. Movimiento continuo e ininterrumpido. Ritmo constante. Quietud en el movimiento, movimiento en la quietud.
  5. Bajar los hombros, dejar caer los codos, atendiendo a las muñecas suspendidas que guían el movimiento de los brazos.
  6. Lentitud. Uniformidad del movimiento. Relajar la cintura y desde el Tan Tien guiar el movimiento de todo el cuerpo. Conciencia centralizada en el Tan Tien, considerado el centro energético del cuerpo. Se localiza en el abdomen inferior, justo debajo del ombligo, y es descrito como el horno de cinabrio en la alquimia interna china. El Tan Tien es el lugar donde se almacena y se genera el Chi. Al concentrar nuestra atención en el Tan Tien durante la práctica de Tai Chi, fortalecemos nuestra conexión con la tierra, cultivamos una sensación de estabilidad y equilibrio, y potenciamos el flujo de energía vital en todo nuestro cuerpo. El Tan Tien es como una raíz que nos ancla y una fuente que nos nutre.
  7. Suavidad. Distinguiendo lo lleno y lo vacío. Sentido interno de fuerza, sumado al sentido de delicadeza externa. Liviano, ligero y ágil. Bajo vientre lleno y cabeza vacía. Suspendido, sostenido desde la cabeza.
  8. Traslación en una misma altura. Bajo y abierto. En L y no T, o paralelos. Los pies no se despegan del suelo ni se arrastran en las posturas, y se desplazan como hojas al viento en los movimientos. Las piernas nunca se estiran.
  9. Respiración natural. Sin esforzar ni exigir. Vincular lo alto y lo bajo. Respiración profunda hasta los talones.
  10. Constante recuperación del centro en armonía con la periferia. Unir el interior con el exterior. Mantener el eje. Ni próximo ni alejado.
  11. Centralizar y unificar los pensamientos. Utilizar el pensamiento artístico y creativo, y evitar la dureza muscular. El cuerpo va adelante, la mente sigue detrás.
  12. Sensibilizar el espíritu mediante la puesta en práctica de las Virtudes de Oro y llevar el movimiento al ámbito del corazón. Unificar la energía (Chi) de la acción del movimiento expresado, por medio del sentimiento de amor.

¡Te deseamos una buena práctica!

Más información.

Fuente: AonT'ai Chi. Ch'i Kung. Sus virtudes de oro, 1998.

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