La sexualidad en la vejez
La sexualidad es una dimensión que impregna toda la vida de las personas, sin importar la edad. Muchas veces se subestima o rechaza la importancia de la sexualidad en la vejez, como si esta fuera algo exclusivo de la juventud. Sin embargo, el deseo de intimidad sexual y afectiva es una necesidad interpersonal presente también en la vejez, junto con la necesidad de relaciones familiares y de amistad. Por eso, cuando se niega o persigue la vida sexual y amorosa en la vejez, no solo se reprime la sexualidad, sino que se puede condenar a las personas mayores a la soledad emocional.
Somos sexuados durante toda la vida, las hormonas encargadas de despertar la energía sexual se mantienen presentes hasta el fin de nuestros días. En cada etapa esta energía se manifiesta de manera diferente. Es importante aprender y aceptar las características propias de la edad que estamos viviendo y no compararlas con un modelo joven, para así poder disfrutar, en cada etapa, lo que esta tiene para ofrecer.
Tanto en mujeres como en varones, llevando una vida saludable, comiendo bien, descansando, haciendo ejercicio, existe la posibilidad de llevar una vida sexual satisfactoria. Por supuesto que será diferente a la que se llevaba en la juventud, pero es un buen momento para descubrir el placer sin prisas, disfrutar el camino, darle importancia al antes y al después. Las caricias, el tacto, la intimidad, son partes esenciales del disfrute, el orgasmo no es el único objetivo, pero en caso de ser necesario, también se puede buscar ayuda para llegar a la meta, ya sea por motivos clínicos u otros. Quitar la presión de una determinada «performance», dejar de pensar en «rendir», ayuda a relajarse y permitir que el cuerpo hable por sí mismo. La mayoría de las enfermedades (salvo en sus momentos agudos) son compatibles con la vida sexual, y esta no tiene porqué dejarse de lado.
Me parece importante destacar que la intimidad sexual y afectiva se retroalimentan positivamente a lo largo de toda la vida. No es solo una cuestión de aptitud física, sino de la disposición a comunicarse afectiva y emocionalmente. Algunos aspectos a tener en cuenta junto con la persona con que se comparte sexual y afectivamente son:
*Hablar abiertamente de la vida sexual de cada uno. Lo que a cada uno le gusta o no, lo que molesta, los métodos de cuidado (aun cuando la anticoncepción ya no sea un problema, es importante cuidarse de posibles enfermedades o infecciones). Expresar con sinceridad expectativas y deseos. La falta de comunicación puede ser fuente de insatisfacción y frustraciones.
*Explorarse, acariciarse, disfrutarse mutuamente usando al otro como guía, como receptor y como dador de placer. La sexualidad no puede reducirse a los genitales, ni a la actividad del coito, ni a las denominadas zonas erógenas.
*Salirse de la rutina. Hacer todo de la misma manera, en el mismo horario, con la misma secuencia de conductas, puede resultar en una caída del deseo. De manera natural y espontánea, o inesperadamente, salirse del lugar, los horarios, las posturas, el patrón de conductas, etc., puede favorecer el mantenimiento o la recuperación del interés y la satisfacción. Esto no se restringe al intercambio sexual solamente, sino a todo lo que lleva a ese momento. Salir a comer o pasear a un lugar que les guste, tener una charla profunda, escuchar música o bailar juntos. No se trata de innovar por innovar, sino de darle significado, emoción y placer al encuentro.
*¡Sí, pueden aparecer conflictos de funcionamiento! Es importante hablar abiertamente de ellos, llegar a acuerdos, y poder apoyarse en la búsqueda de ayudas externas de ser necesario.
*En todas las etapas de la vida somos libres de decidir qué queremos, cuándo, y cómo. El consentimiento es esencial, también dentro de una relación de pareja, de un matrimonio. Si uno de los miembros dice que no, este deberá ser respetado por sobre cualquier otro deseo. Aun cuando se encontrasen en las previas del placer, o durante las relaciones, cada cual tiene el derecho de parar cuando lo desea. Es importante en este caso la comunicación, intentar entender qué le sucede al otro, ya sea física o emocionalmente, respetar y acompañar con empatía. A veces no solo necesitamos curar cuestiones físicas, también heridas emocionales y psicológicas.
Nuestra sociedad suele estar atravesada por diversos mitos. Antes era creer que la sexualidad era algo malo, pecaminoso, que debía ser mantenido en lo oculto. En nuestros días a veces se piensa que es necesaria la sexualidad y se prescribe casi como una obligatoriedad. Ni uno ni otro son reales. La vida sexual de las personas es diversa, y cada quien tiene derecho a su diversidad. El modelo joven no tiene que ser una referencia, la vejez depara la posibilidad de descubrir otros modos de vivir el placer. Es necesario quitar el tabú de la sexualidad en la vejez, facilitar la apertura y los encuentros, y generar espacios para que exista esta posibilidad en la vida de los mayores sin prejuicios.
Por otro último, me parece importante recalcar que la actividad sexual no es solo el coito, cada uno puede explorar lo que desee y encontrar el placer en la intimidad a su manera. Siéntase libre de buscar ayuda en caso de creer que padece alguna disfunción sexual, haga ejercicio, y disfrute el presente con sus características propias, recuerde que la vejez puede durar muchos años!
Para quienes tienen deseos de profundizar en esta temática, les dejo el libro en que me basé para el artículo: López Sánchez, F. La sexualidad y el amor después de los 50 y más. Ediciones Pirámide.