Hilos que hablan: La trama invisible del lenguaje
Hablar es tejer. Desde la Antigüedad, las palabras se han entrelazado con las manos, las agujas y los telares. La propia etimología de texto —del latín textus, “tejido”— nos revela que escribir, narrar, contar, es hilar sentidos, urdir historias, bordar significados. La lengua es un telar invisible, y cada frase, un fragmento de ese tapiz.
No es casual que tantas expresiones cotidianas remitan a hilos, agujas y tejidos: “perder el hilo” cuando nos distraemos o nos olvidamos de lo que decíamos; “no dar puntada sin hilo” para señalar a quien nada deja al azar; “atar cabos” cuando buscamos sentido; o incluso “deshilacharse” al hablar de algo que se desmorona poco a poco.
La metáfora es antigua; ya en La Odisea, Penélope teje y desteje su telar cada noche, hilando la espera, tramando el tiempo, engañando al destino... Cada puntada es una estrategia, cada hebra, una forma de resistir. Más atrás, en el mito, las Moiras griegas —Cloto, Láquesis y Átropos— manejan el hilo de la vida de cada ser humano: una hila, otra lo mide, la última lo corta. Vivir es estar suspendidos de un hilo, y quizá por eso seguimos buscándolo en las palabras, en las historias, en las explicaciones.
En las culturas antiguas, los tapices no eran solo ornamento: eran crónicas visuales, narraciones bordadas. Cada color, cada figura, decía algo, contaba algo. Y quizás, sin darnos cuenta, seguimos haciendo lo mismo cuando hablamos: tejemos una red de significados que nos conecta con los demás y con nosotros mismos.
Hoy, cada vez que hilvanamos ideas, cuando perdemos el hilo en medio de una conversación, o cuando tejemos una historia, estamos invocando sin saberlo ese arte antiguo que une la palabra con la fibra. Porque hablar —como vivir— es un tejido constante: una mezcla de trama y azar, de diseño y accidente, de lo que atamos y de lo que dejamos suelto.
Puntada a puntada, vamos tejiendo nuestra existencia. Y quién sabe... quizás, como Penélope, a veces también necesitemos destejer, volver atrás, deshacer lo dicho, para volver a empezar.