Dime cuánto te quejas y te diré… cuánto estás dispuesto a cambiar
En general, ella aparece sin avisar o a destiempo, haciendo mucho ruido o con encorsetados protocolos, pero, a fin de cuentas, ella aparece en muchos de nuestros ámbitos vitales. Aunque su aparición no suele causarnos alegría, recibir a este antipático huésped en nuestra vida puede traer efectos inesperados.
La queja es un mecanismo psicológico muy valioso, ya que nos facilita la exteriorización de pensamientos negativos que nos impiden alcanzar la armonía con nosotros mismos y nuestro entorno. Ella puede ser muy beneficiosa en la medida en que nos impulse a tomar acción; ya que es ella nuestra señal de alerta, esa que nos ayuda a ser conscientes de que algo en nuestro interior no anda bien. Por eso no debemos dejarla pasar inadvertidamente, sino darle la bienvenida, asumirla, escuchar qué tiene para decirnos y buscar una solución.
¿Qué se esconde tras las personas que tienen el hábito de quejarse y convierten esto en su forma de relacionarse?
Es muy probable que detrás de la queja haya una molestia o un síntoma, o quizás un pedido de ayuda. Exteriorizar la queja con los demás puede estar relacionado con la necesidad de apoyo; al no poder resolverlo por sí mismos, sienten la urgencia de compartirlo. En el ámbito terapéutico, se lidia frecuentemente con solicitudes de ayuda que no son concretas, sino que se ocultan tras una queja constante. Por ello es de suma importancia estar presentes, acompañar y ofrecer un espacio seguro donde esa queja pueda transformarse en una consulta más clara.
Si la queja está presente en tu vida de una manera constante, repetitiva, lo primero que puedes hacer es tomar conciencia de la limitación que ella implica. Luego, buscar la ayuda de un profesional en salud mental.
En términos simples, es muy diferente asumir la queja que cargar con ella. Luchar contra aquello que nos duele es un acto revolucionario; implica una acción o un movimiento que a veces nos provoca temor, pero siempre será beneficioso atravesar la incertidumbre en lugar de quedarnos sometidos al dolor y a la frustración de no poder resolver lo que tanto nos incomoda.
Y vos, ¿de qué te quejás?